Los abuelos coleccionaban postales y estampillas, tenían tiempo para guardarlas en aquellos gruesos álbumes que heredaríamos un día, herencia con olor a calma y lentas historias vividas. Ya al asistir a las aulas de clases somos sentenciados a esta felicidad servil, estudiamos para ser alguien, para destacarnos sobre los demás, para sobresalir y graduarnos de una profesión rentable que nos permita la libertad de tener una propiedad a nuestro nombre, un solar, una casa con vista a algún paisaje colorido y suficientes tarjetas de crédito.........
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