Las heridas humanas, sociales y económicas infligidas a África por la última Guerra Fría siguen aún abiertas. Mozambique, Angola y Namibia están plagadas de millones de minas terrestres y otros dispositivos militares sin explotar, que seguirán matando gente durante los siglos venideros. Argelia, Etiopía, la República Democrática del Congo, Costa de Marfil, el Chad, la República Centroafricana, Nigeria, Sudán y Uganda continúan con guerras autodestructivas, mientras que Somalia, gracias a las armas occidentales, dejó de ser un estado en 1992.
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