Diversos estudios llevados a cabo en España, Italia, Túnez y otros países coinciden en que para mejorar las relaciones sociales y mantenerse a flote económicamente en tiempos de crisis “es preferible ser imbécil que no serlo”. La Fundación John L. Amherst, una entidad sin ánimo de lucro radicada en Chicago, encargó hace un año una serie de estudios a universidades y centros de investigación social con el fin de averiguar si en el mundo actual es mejor ser “gilipollas integral” o medianamente sensato.
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