Ya ha pasado más de un año desde que el cuerpo del empresario de Cee Crisanto López desapareciera de su tumba en el cementerio de San Adrián de Toba.
El ataúd, con su cuerpo dentro, voló del camposanto días antes de que el juez decidiese abrirlo para exhumar el cadáver y realizar unas pruebas de ADN por una demanda de paternidad presentada por Manuel Enrique Caamaño Vidal, un taxista natural de Muxía que aseguraba ser su hijo.
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