En la especie humana, el mecanismo básico de selección sexual en la historia evolutiva de los machos ha sido la competencia espermática. Sólo así se explicaría, según su interpretación, la morfología y tamaño del pene humano, mucho mayor al de cualquier otro primate próximo a nosotros, como gorila, chimpancé u orangután. Aunque, nuestro sistema de emparejamiento es esencialmente monógamo, no sólo no excluye emparejamientos ocasionales con terceros, sino que los contempla como frecuentes y probables.
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