"Las mascotas eran animales salvajes que fueron convertidos en algo diferente para hacernos compañía. Este proceso egoísta y antinatural que dio lugar a centenares de razas, llevó miles de años. Si las mascotas pudiesen pensar de forma crítica, odiarían a la especie humana con todas sus fuerzas...y con toda la razón. (...)
Se les puede amar como se ama a otro miembro de la familia, aunque es algo que no comparto, pero lo que no se puede hacer es tratarlos como si fuesen un miembro de la familia. Son animales y ya se adaptaron a nuestra vida. No podemos pedir que se vuelvan a convertir en algo que no son para tratar de cubrir nuestras carencias afectivas más profundas"
Así hablaba Jacques Guerin, presidente del Conseil National de L'Ordre des Veterinaires (Francia) de lo que ya comienza a llamarse "Segunda Gran Domesticación" y que, acelerada por la aparición de las redes sociales, está generando graves alteraciones en los comportamientos de las mascotas nunca antes vistas desde que existe la ciencia veterinaria.
En España la actividad económica relacionada con las mascotas mueve ya más de 2000 millones de euros anuales, muy lejos de los 165 que movía hace 20 años.
Se estima que casi la mitad de hogares españoles tienen al menos una mascota. Estudios realizados a nivel europeo comienzan a demostrar una relación directa entre la bajada de la natalidad y el aumento del número de mascotas. O dicho de otro modo: tener un hijo se está convirtiendo cada vez más en un lujo, mientras que tener una mascota es mucho más barato, implica menos responsabilidad y ante todo, favorece un acople más adecuado con el inflexible horario laboral que seguimos padeciendo en España.
Esto es completamente razonable. Los gobiernos no incentivan la conciliación y la gente no quiere renunciar a tener compañía. El problema comienza cuando personas con un alto instinto paternal/maternal son incapaces de entender que lo que tienen en casa es una mascota y no un hijo, por mucho que lo amen.
En Estados Unidos y Japón se han realizado las primeras campañas masivas para intentar que los dueños dejen de pasear a los gatos (algo completamente desaconsejado para la salud mental de la mayoría de felinos y que jamás se había hecho hasta ahora, dando un claro aviso a los veterinarios sobre la perniciosa influencia de las redes sociales en el concepto que se tiene de la mascota).
En Inglaterra y Estados Unidos también se han lanzado campañas para mejorar la dieta de los perros y de los gatos, que comienzan a padecer diabetes a niveles nunca vistos antes por la displicencia de millones de dueños que no entienden la importancia capital de que perros y gatos tengan una dieta homogénea y adecuada.
En México ya se habla de este fenómeno como los "perrhijos", que Forbes señala como una corriente masiva que ha derivado en foros y aplicaciones donde familias acaudaladas buscan collares de diamantes para sus perritos o precisan, en el colmo de un acomplejado auto-racismo clasista, cuidadores europeos ( "o no mejicanos") a los que se pagan sueldos indecentes para velar por la salud de sus mascotas mientras estas familias pudientes están de viaje en el extranjero y todo en un país donde 1 de cada 2 niños vive en la pobreza.
En Dinamarca, Italia, Canadá o Letonia, los gobiernos han tenido que lanzar campañas para que los dueños no sometan a sus mascotas a dietas veganas. En algunos países del este, dueños antivacunas comienzan ahora un nuevo movimiento que trata de impedir la obligatoria vacunación de sus mascotas.
En el colmo del delirio, dueños de mascotas celebran en Japón y CHina masivas fiestas de cumpleaños para sus animales, donde los atiborran a pasteles y los llenan de ropitas, coletas e incluso extensiones de pelo para tomar fotos que luego suben a Instagram. Corea del Sur ya ha creado un destacamento dentro de la sección policial de Delitos Informáticos para perseguir y quitar la custodia de dueños que utilizan a sus mascotas para conseguir seguidores en redes sociales en un mercado que ya mueve más de 300 millones de euros en el país asiático.
"Somos consumidores masivos de vídeos de mascotas, pero ¿sabemos realmente cuántos de esos vídeos se han grabado de forma natural?" dice Park Ji-Woon, de Greenpeace Corea.
"Al mimar a un animal, al no imponerle cierta disciplina, tan solo estamos generándole ansiedad. Creemos hacerlos felices y eso es lícito, pero también, y muchas veces de forma inconsciente, les exigimos que estén a la altura de aquellas cosas que solo un hijo puede darnos. Un perro inteligente, vitalista y gracioso, sigue siendo un perro. Su función es amarte como lo haría un perro y es lo único que puede darte", dice Amos Swanson, presidente del Colegio estadounidense de Psicólogos Caninos.
"La humanización de la mascota implica destruir la esencia de un ser vivo. Es, por tanto, una forma de maltrato", concluye Swanson.
En Estados Unidos 1 de cada 4 dueños sufren esa "humanización de la mascota". Un desvío de la personalidad al que rara vez se le busca solución, pues solo afecta a un ser que no puede quejarse y al que creemos estar haciendo feliz.
Yo amo a los animales, especialmente a los gatos. Y los amo, precisamente, porque sé lo que son. El amor tóxico surge cuando se ama a alguien no por lo que es, sino por la idea que tenemos de él. Eso es básicamente lo que muchas personas están haciendo con sus mascotas.
O si lo queréis resumido, que mejor que recurrir a Félix Rodríguez de la Fuente: "La libertad es que te dejen ser lo que eres. Para un ser humano, sí, y también para un animal".
Félix hablaba de los circos. Hoy, parece que el mundo se está llenando de domadores a los que le resulta más fácil ponerse el condón que tener un poco de empatía.