Un estudio del profesor Mario Beauregard, de la Universidad de Montreal, revela que en el amor incondicional tan solo se activan los mismos impulsos cerebrales que en el amor romántico o sexual, en tres áreas del cerebro, "lo que sugiere que debería considerarse como una emoción totalmente separada". En el amor profundo se experimenta "un deseo de cuidar de otra persona sin ningún pensamiento de recompensa". Y se libera dopamina, ligada a la detección del placer, la recompensa y la euforia. (En inglés)
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