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Prepárense los padrinos de la ultraderecha para cualquier cosa. Ser avalista de la indecencia es lo que tiene. Mantener a Vox empieza a ser un capricho caro para sus avalistas. Aquellos que, hasta hoy, han pagado encantados la hipoteca ultra para que sus discursos de odio vivan entre las opciones democráticas como una más. Empezamos a verlo. Hace unos días, el líder del partido se paseaba por los micrófonos de Jiménez Losantos –caudillo de las ondas por la gracia de Dios– y era preguntado por la vacuna.
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