80 años después del Hindenburg, el prestigioso estudio londinense de diseño Seymour Powell ha retomado la vieja idea de los dirigibles. Intentaban reinventar el transporte, con la máxima de que en el futuro el verdadero lujo será el tiempo, convirtiendo los viajes en una experiencia relajada y gratificante. El resultado es un "edificio que puede volar". Samsung se interesó por el proyecto, e inyectó el dinero suficiente para comenzar a desarrollarlo. El resultado es un proyecto en toda regla, detallando materiales y dimensiones.
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