El atractivo para hacer la hipoteca de la vivienda en yenes era doble; por un lado, el bajo tipo de interés que se ofrecía; por otro, la posibilidad de que el yen continuara depreciándose frente el euro. En los últimos meses del año 2000, un euro costaba 95 yenes. A partir de enero de 2001 el yen fue cayendo en su cambio contra euro. Al comprar los yenes necesarios para pagar la mensualidad de la hipoteca, cada vez había que emplear menos euros. Fueron siete años de fortalecimiento del euro contra el yen. El atractivo, era innegable.
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