Pese a las críticas, el Gobierno de Nepal se negó a poner fin a una tradición religiosa ancestral. La multitud se agrupó después en un campo vecino, en el que 250 hombres armados de espadas esperaban el comienzo del inmenso sacrificio de unos 20.000 búfalos, traídos por los fieles para que se los mate cerca del templo sagrado. Pero el ritual no ha finalizado: el miércoles debe cerrarse con el sacrificio de unos 150.000 machos cabríos, según la estimación del sacerdote, encargado de oficiar la ceremonia.
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