Cuando el salario mínimo es de 120 euros y un kilo de pollo cuesta cerca de cinco, cuando el gasto en electricidad y gas supera el escuálido monto de la pensión de millones de jubilados o ser operado a tiempo conlleva pagar un soborno, salir adelante exige mucha imaginación. Rumanía esperaba vivir el 'milagro español', y ante las dificultades incluso le ha pedido asesoramiento para elaborar los proyectos de aplicación de los Fondos Estructurales, ofreciéndole a cambio facilidades para que las empresas españolas inviertan en su territorio.
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