Medio Ambiente ha tenido que empedrar senderos y miradores situados a más de 2.400 metros para frenar la degradación de una zona que recibe 100.000 turistas al año. Un estudio demuestra que la interacción de los visitantes sobre el terreno acelera su desgaste y pone en peligro los pitones que conforman el pico del Roque. No solo se ha degradado el suelo con el pisoteo, hasta el punto de que el sendero de paso ha pasado de un metro a seis metros de ancho en algunas zonas
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