Es de todos conocida la libertad religiosa característica del Imperio Romano. Mientras se pagasen los tributos y se respetasen las leyes, el Imperio no tenía inconveniente en que los pueblos conquistados siguiesen practicando libremente su religión. Buena prueba de ello es la convivencia de muy diferentes cultos en la capital, en Egipto, en las provincias orientales, o en la propia Palestina, donde los judíos seguían manteniendo su templo, sus sumos sacerdotes, etc.
Sin embargo, son también conocidas las persecuciones romanas contra los cristianos que tan inmenso número de mártires dejaron. Y como en Roma nada se hacía sin una ley que lo amparase, eso nos lleva a preguntarnos: ¿por qué se lanzaron persecuciones contra los cristianos y con que ley se sustentaban?
La causa principal, pues había varias, era la insistencia de los cristianos en decir que el suyo era el único Dios y que todos los demás eran falsos, ofendiendo así los sentimientos religiosos de los demás creyentes. Como los cristianos, además, no cesaban de predicar y de realizar rituales y conversiones públicas, que ofendían a otras confesiones, el Imperio decidió perseguirlos en base a la ley de libertad religiosa.
Son, fundamentalmente, el exclusivismo y el encendido proselitismo de los cristianos los que, al ofender al resto, desencadenan estas persecuciones.
Historia de la Iglesia Católica B.A.C.