Krisiloff, que dirige las operaciones del programa de la incubadora tecnológica para empresas en fase muy temprana, explica por qué se ha comprometido a invertir una cifra que, según se dice, se cuenta por decenas de millones de dólares para una idea que jamás generará ni un céntimo de ganancias. Es el modelo de negocio más sencillo imaginable: entregar cientos de dólares a individuos a cambio de nada, sin compromiso alguno. Krisiloff insiste en que él, al igual que sus compañeros de Y Combinator, está ansioso por empezar a regalar el dinero
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