En esta ocasión, nadie se ha colado físicamente en un despacho. Ha sido algo bastante más sofisticado, pero no menos predecible: ataques informáticos a los ordenadores de la Fiscalía Anticorrupción. Ignoro cuál ha sido la vía de intrusión. Pueden ser múltiples. Puede ser que el servidor que almacena la documentación confidencial esté expuesto, y que los atacantes hayan entrado hasta la cocina. Puede que los fiscales tengan que llevarse el trabajo a casa, para currar en sus portátiles comprados en el MediaMarkt...
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