La reciente reapertura de la plaza de la Reina de Valencia evidencia la rapidez con que la ciudadanía conquista el espacio público cuando se libera del tráfico. Donde hasta el año pasado circulaban autobuses municipales, taxis y coches en busca de aparcamiento, ahora pasean multitudes. La entrada a la catedral y al popular campanario del Miguelete ya cuenta con un entorno digno de 10.000 metros cuadrados pavimentados con la misma piedra caliza que se empleó en parte de la construcción de los monumentos.
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