Nadie es partidario de la violencia, claro que no, pero esas 15.000 cabezas encestadas cambiaron la historia de la humanidad. Cierto que, aterrados por la libertad, los franceses llamaron inmediatamente nada menos que a Napoleón, pero la impronta de la revolución marcaría por siglos el devenir de la sociedad. Nada volvió a ser lo mismo. Hasta ahora.
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