Por apenas un momento, en los comienzos de su presidencia, Hugo Chávez parecía casi un predicador. “Pidamos a Dios ayuda para aceptar nuestras diferencias y unirnos en un diálogo”, imploró a sus compatriotas en conflicto en un discurso famoso en 2002. En su lugar lo qué los venezolanos consiguieron fue la venganza. Están apretando las tuercas, forzando a la élite intelectual a salir en bandadas. La diáspora venezolana ya tiene 1 millón de exilados. Artistas, abogados, médicos, gerentes e ingenieros están saliendo del país en bandadas.
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