Corría finales de los 70. En el festival de Benidorm habían terminado de cantar los concursantes, entre los que se encontraba un jovencísimo Tino Casal, cuando el jurado se retira a deliberar. Mientras, en el escenario se anuncia la atracción invitada para el broche de gala. Es la sensación del momento en todas las discotecas. Se apagan las luces, se oye un rugido y en el escenario irrumpe encima de una motocicleta de gran cilindrada un ser andrógino con mirada desafiante. Su nombre, Grace Jones.
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