El año comenzó con una pegatina que llamaba la atención en algunos bares de Catalunya: «En este local hemos dejado de vender Cacaolat en solidaridad con los trabajadores en huelga». La llamada de atención a consumidores no era poca cosa, tratándose este -el primero de fabricación industrial del mundo- batido de chocolate de parte de la educación sentimental de muchos catalanes y catalanas en desayuno o merienda.
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