La cadena mallorquina sufre el impacto de la desaceleración y los tipos de cambio, mientras sus rivales recurren a las ofertas especiales y se muestran preocupados por la caída del nivel de reservas prevista en septiembre. Los hoteles no se llenan, las hamacas permanecen recogidas y el minibar está intacto. La crisis del consumo se deja notar en el bolsillo del consumidor y en las cuentas de resultados de las cadenas hoteleras, que recortan sus beneficios tras varios años de bonanza.
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