Investigadores del Acuario de la Bahía de Monterrey acaban de resolver uno de los enigmas que intrigaba desde hacía años a los biólogos marinos: la utilidad de la cabeza transparente del pez Macropinna microstoma y sus ojos tubulares. Después de estudiar concienzudamente su comportamiento en aguas profundas de California, los investigadores han llegado a la conclusión de que este mecanismo le permite aumentar su ángulo de visión y detectar mejor a sus depredadores. En otras palabras: el pez ve a través de su propia cabeza.
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