En junio de 1833, Darwin pidió al capitán del HMS Beagle retrasar su salida de Tierra de Fuego para que pudiera estudiar un extraño grupo de rocas que había encontrado en San Sebastián de Bahía. "Una de ellas, con forma de granero, tenía cuarenta y siete metros de circunferencia y sobresale cinco pies por encima de la arena", escribió Darwin. "Había muchas otras de la mitad de tamaño, y todas ellas separadas por lo menos noventa millas desde su origen (su roca madre)." Esto desconcertó a Darwin: ¿cómo habían llegado hasta ahí?
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