La pugna que mantienen los locales de ocio barceloneses para poder rechazar a los clientes que no respeten la vestimenta que ellos piden está lejos de cerrarse. El viernes mismo el Gremi de Restauració de la ciudad reclamó al Ayuntamiento que le permita ejercer el derecho de admisión en sus locales. La asociación busca restringir el acceso a todo aquel que, por su vestimenta, no guste al propietario de un negocio y desee prohibirle la entrada.
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