Ahora se están pagando las consecuencias de la esquizofrénica fiebre constructora a la que se lanzó Parla sin incidir ni impulsar primero el fomento de un sólido y próspero tejido empresarial, industrial y comercial y unas infraestructuras de comunicaciones que proporcionasen una consolidación y fortalecimiento como lugar receptivo de inversiones. Nada de eso se hizo, sólo construir a destajo miles y miles de viviendas contribuyendo a acentuar esa obtusa y subdesarrollada dinámica de incidir en el carácter inequívoco de ciudad dormitorio.
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