El ingrediente más habitual de los repelentes contra insectos, el DEET o dietiltoluamida, es tóxico para el sistema nervioso central. Un equipo de investigadores franceses ha descubierto que esta sustancia química, desarrollada en 1946 por el ejército de EEUU para proteger a los soldados en zonas infestadas de insectos, inhibe en los ratones la actividad de una pieza clave en el funcionamiento del sistema nervioso, la enzima acetilcolinesterasa, cuyo bloqueo puede desencadenar prolongadas contracciones musculares.
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