En febrero de 1992, decenas de miles de ciudadanos de la antigua Yugoslavia que residían en Eslovenia dejaron de existir jurídica y administrativamente al ser borrados de los padrones y listados oficiales, y de la noche a la mañana se convirtieron en extranjeros. Ese acto significó que los afectados perdieron sus documentos de identidad, sus empleos, el derecho a la asistencia sanitaria, la ayuda social y la jubilación, y a sus hijos se les retiró el derecho a la educación.
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