Hace un par de días apareció una noticia que casi se pasó por alto, peor que creo que marca el inicio de una cuenta atrás.
Mario Draghi ha decidido reducir en septiembre las compras de deuda y este programa desaparecerá por completo en diciembre. Asimismo, se espera que se endurezcan los tipos de interés a partir del próximo verano.
Eso era lo que nos mantenía en pie, y no otra cosa. De ahí se pagaban las pensiones, parte de los salarios públicos y parte de las obras que mantuvieron el resuello de la demanda interna.
Por cada punto que suban los tipos, tendremos que pagar 10.000 millones más de intereses. Da igual quién gobierne pare entonces, pero las cuentas no salen si cada año necesitamos 25.000 millones de Euros de préstamos.
A medida que vayan venciendo las emisiones de deuda, se irá viendo si se pueden renovar o no, y a qué precio. Y entonces sabremos dónde estamos de veras.
El total que se necesita anualmente, entre las pensiones y el déficit general, ronda los 45.000 millones. Si se sacasen 5000 millones de la lucha contra el fraude (que nunca se sacan), y otros 4000 millones de subir los tipos impositivos a los ricos y a las empresas (lo máximo que se puede sacar, desde el punto de vista de los partidos más optimistas, incluido Podemos), nos quedarían 36.000 millones por cubrir.
El petróleo está hoy a 77$. Las campañas turísticas de este verano y el que viene, no podemos predecir cómo serán, pero nuestros competidores se están recuperando.
Unidlo todo y decidme, pos favor, si no se avecina una tormenta realmente apabullante. Y con fecha.
Por todo esto, si yo fuese Pedro Sánchez, convocaría elecciones en Junio de 2019. Y cada día que espere a partir de esa fecha, será para su mal. Porque enero de 2020 va a ser muy duro. Apuntaos este pronóstico, aunque sólo sea para reíros un poco de mí si, por fortuna, me equivoco completamente.