De la formación religiosa actual, y a todos sus niveles, lo que menos se puede decir de ella es que es muy deficiente. Además de precaria en unos casos, y nula en otros, con misericordia y piedad, que es a lo que más se puede llegar, es a calificarla de candorosa e infantil. El cualquier otra disciplina de la vida, el progreso en la educación religiosa, más o menos coherente con los años, la asignatura de la religión quedó anclada en el mar de la indiferencia, cuando no en el del desprecio.
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