Desde Downing Street reconocen que igual pecaron de alarmistas, pero aducen que Su Majestad estaba realmente enferma cuando anunciaron su muerte. “Empezamos con los protocolos, con los preparativos, y la anciana seguía sin morirse del todo, pero pensábamos que era cuestión de horas y no había tiempo que perder”, se defienden. Ahora, la mujer está escondida en el palacio de Buckingham hasta que salga a la luz la noticia.
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