Es un clamor incesante. En todos los miembros del gobierno, comenzando por su propio presidente. Pero el enfoque no puede ser éste. No se trata de rebatir o de compartir la creencia en un futuro mejor en el que los empleos sumisos y precarios sean abundantes, y que el trabajo sea inseguro y mal remunerado para que todos puedan trabajar. El problema es que la dimensión política del trabajo no es ni siquiera mencionada en estos discursos, y que el objetivo de creación de empleo se desvincula de cualquier consideración democrática.
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