Hay una fórmula mucho más sencilla para evitar que la que la reforma constitucional sea percibida como un trágala antidemocrático, impuesto desde fuera, y neoliberal: que ambos partidos (PP y PSOE) se pongan de acuerdo en un texto, y ambos lo incluyan en su programa electoral. Si, como es de suponer, la suma de ambos partidos obtiene un amplio respaldo en las elecciones, pueden aprobar la reforma en las primeras semanas de la nueva legislatura.
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