De la mano del Nobel Paul Krugman, que ha llegado en business y ha cobrado un riñón para decirle a Zapatero que o bajamos precios y sueldos o la crisis en vez de muy mala será horripilante, amplios sectores del empresariado han empezado a defender el recorte de salarios para frenar el desempleo y aumentar la competitividad. Del asunto de los precios se han olvidado porque no se puede estar a todo. En definitiva, que somos la envidia de la clase obrera porque, además de sobrepagados, tenemos sol para pillar moreno y lucirlo con el mono abierto.
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