El éxito renovado de los movimientos religiosos incluso de los que amparan las mayores violencias -como Hamás en la Franja de Gaza o Hizbolá en el Líbano, que no sé yo si odian más a los israelíes que a sus propios conciudadanos-, se explica porque incluyen redes efectivas de atención y ayuda a los más desposeídos. En la iglesia católica hay casos como Cáritas Diocesana. Artículo de opinión de Pablo Salvador Coderch, catedrático de Derecho Civil de la Universitat Pompeu Fabra
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