Viajas a algún país asiático y movido por el ambiente, por lo exótico del entorno o la amabilidad de su gente, siguiendo el consejo o la insistencia de alguien del lugar, terminas sentándote en un “estudio de tatuajes” para sellar en tu piel el recuerdo de ese momento único. Pero: ¿sabes lo que te has tatuado?
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