Durante la Primera Guerra Mundial, los alemanes sorprendieron a los aliados con gas cloro, un arma química terriblemente tóxica. Una vez en el cuerpo, este gas de color mostaza te mataba de manera cruel, causando asfixia, convulsiones, pánico, y una muerte lenta. Era algo temible contra lo que dificilmente se podía luchar hasta que el químico americano James Garner Bert descubrió en 1915 como combatirlo con carbón activado a partir de fibras naturales tales como las encontradas en los huesos de melocotón.
Traducción: #1