Este pasado martes 31 de octubre, nos han dicho, se celebraba el juramento constitucional ese de Leonor, por su mayoría de edad.
El conglomerado mafioso, o mafia, de ricos, cúpula capitalista y cúpula monárquica que nos desgobierna y nos ofrece, a nosotros y a nuestras proles, la pobreza, la precariedad, el subdesarrollo y la falta de futuro, para que ellos puedan ser ricos, ha puesto en marcha, al cien por cien, todo su aparato mediático de propaganda para intentar crear a nuestro alrededor la ilusión de un ambiente festivo de escala estatal, con el que dicha mafia pretende deslumbrarnos en un alarde de poder y grandeza.
Las cadenas de televisión lo han petado con unas cuotas de audiencia bestiales por el evento, los periódicos nos han contado que la popularidad en las calles ha sido rebosante, y en dichos periódicos personajes supuestamente muy expertos y vip han escrito artículos serios, tecnificados y solemnes ensalzando la importancia y grandeza histórica del evento. A dónde vamos nosotros, pobres republicanos.
No sé vosotros, pero yo no me creo nada de lo que nos han soltado con esta campaña propagandística hasta que el CIS pregunte a la ciudadanía si prefiere monarquía o república. La monarquía lo fliparía en colores con un CIS diciendo que la mayoría de los trabajadores españoles prefieren monarquía.
Pero, aparte de esto, quería compartir con vosotros una rápida reflexión que se me ha pasado por la cabeza sobre lo que realmente se ha "celebrado" este pasado martes, porque creo que es el mejor punto de vista que se puede ofrecer para que la ciudadanía pueda valorar y llegar a conclusiones por sí misma.
Los medios nos han intentado abrumar con numerosos puntos de vista sobre lo que se estaba celebrando: que si Leonor presta el juramento constitucional y en un futuro será reina, que si Leonor muestra su compromiso y lealtad a la constitución, y otras muchas interpretaciones.
Pero dejadme deciros que no. Lo más importante que se estaba celebrando no ha sido nada de eso.
Para entenderlo de manera sencilla y clara, debemos por un momento parar a preguntarnos qué es, en realidad o exactamente, la monarquía, en el sentido moderno de las llamadas monarquías constitucionales. Y cuando digo "en realidad o exactamente" no me estoy refiriendo a dar una respuesta genérica o amplia (como "una forma de gobierno"), sino a dar una respuesta precisa; y una respuesta precisa, en esta materia, solo puede ser una definición de monarquía que nos especifique y aclare por qué una monarquía no es lo mismo que una república.
Así, por ejemplo, sería incorrecto responder: "la monarquía consiste en que en un país haya una Jefatura de Estado por encima de todos los demás poderes", porque en la república también hay una Jefatura de Estado por encima de los demás poderes.
Así que, si nos ponemos técnicos y rigurosos, nos vemos llevados finalmente a la conclusión de que la monarquía no es "que haya una Jefatura de Estado" (pues también la hay en la república), sino que la monarquía, en realidad o exactamente, es "que a la Jefatura de Estado no se acceda (o se deje de acceder) por mérito y capacidad, sino por apellido o pertenencia familiar" (mientras que la república es lo opuesto, "que a la Jefatura de Estado se acceda (o se deje de acceder) por mérito y capacidad, en vez de por apellido o pertenencia familiar"). Monarquía y república son, pues, solo formas distintas de acceso a la Jefatura de Estado. La monarquía basada en el apellido o la consanguinidad; la república basada en la capacidad, el mérito y la honradez.
Esta definición diferencial de monarquía es tan importante y tiene tanto alcance, que es capaz de llevarnos a implicaciones o conclusiones que incluso caen en la esfera de lo cómico. Así, cuando el aparato mediático de la mafia rica, capitalista y monárquica gobernante intenta sedar u obnubilar nuestros cerebros, y desviar nuestra atención, con argumentos como que Felipe VI y Leonor son excelentes jefes de Estado porque están muy preparados y tienen mucha cualificación, en realidad, si fueran rigurosamente técnicos y se basasen en las definiciones de monarquía y república, deberían decir que Felipe VI y Leonor son excelentes jefes de Estado simplemente "porque tienen muy fuertemente etiquetado el apellido Borbón", o porque "es muy cierto que pertenecen a la familia Borbón". No ya solo por una estricta y rigurosa aplicación de la definición diferencial de monarquía, sino también porque no se puede sostener que Felipe VI y Leonor son los más preparados para la Jefatura de Estado si no se nos ha permitido elegir de entre otros candidatos.
Una vez hemos delimitado, pues, de manera real, exacta, quirúrgica, qué es la monarquía, ya estamos en disposición de apreciar lo que, real o exactamente, se ha celebrado este pasado martes. Porque lo que debe hacernos republicanos no es la convicción o el fanatismo, sino simplemente el entender, bien, qué es la monarquía.
Lo que, real o exactamente, se ha celebrado este pasado martes (es decir, lo que la mafia rica, capitalista y monárquica ha celebrado este pasado martes) es que España sea una monarquía en vez de una república. O sea, lo que se ha celebrado este pasado martes es "la monarquía".
Pero como ahora tenemos una definición precisa, real y exacta, de lo que la monarquía es (que la hace diferente de la república), podemos entonces resolver términos o hacer sustituciones, para llegar a la escalofriante conclusión que yo os quería comentar.
Lo que, técnicamente, se ha celebrado este pasado martes no es que Leonor jurase la constitución, ni que en España haya una jefatura de Estado (pues también la hay en la república), ni que Leonor vaya un día a ocupar la Jefatura de Estado (pues en una república también hay siempre alguna persona que accede a la Jefatura de Estado)...
Lo que la mafia que nos desgobierna y nos parasita, hundiéndonos a nosotros y a nuestros descendientes en la pobreza y el sinfuturo, ha considerado motivo de orgullosa celebración nacional, es que a la Jefatura de Estado de España no se acceda por mérito, ni por capacidad, ni por resultados, ni por honradez, ni por cumplimiento o lealtad (pues si Leonor incumple sus funciones es inviolable); sino que a dicha Jefatura de Estado se acceda por apellido o pertenencia familiar.
Es decir, lo que se ha "celebrado" es que, en España, si un jefe de Estado roba o delinque durante 40 años, se le debe permitir que lo haga inviolable e impunemente, sin despedirle del cargo vía unas elecciones democráticas o un proceso judicial, para que así haya "continuidad" de apellido en el cargo; porque si se le despide del cargo, ya no habrá "continuidad de apellido", sino que habrá "continuidad de honradez, de cualificación, de aptitud, de mérito, de capacidad y de idoneidad " en el cargo. Y lo que se desea mantener en la jefatura de Estado es el apellido, no la cualificación o la honradez, enfatizando esta última.
Esto es lo que, técnicamente, si nos basamos en definiciones precisas y rigurosas, se ha "celebrado".
Por esto he usado bien la palabra: no es "gobierno" lo que tenemos, es "desgobierno", "cleptocracia". No es progreso o desarrollo lo que tenemos, es empobrecimiento, precariedad y subdesarrollo.
Y cuando los defensores de la "democracia plena" os vengan con 1978, decidles que en 1978 no se dio al pueblo trabajador a elegir entre monarquía o república, se le dio a elegir entre monarquía parlamentaria o monarquía absoluta. Y el pueblo eligió lo menos antidemocrático que se le permitía, a saber, esa "democracia plena" que se ha vuelto tan de moda, en cuya "plenitud" no se puede despedir de la Jefatura de Estado, a través de unas elecciones democráticas y como manda el libre mercado, a un jefe de Estado que lleva ya un montón de años robando, delinquiendo e incumpliendo su estatuto.
Así que a seguir disfrutando, y votando con vuestros votos y vuestras proles, vuestros bancos de alimentos, vuestros desahucios, vuestra incapacidad de emanciparos, vuestras facturas eléctricas, vuestra pérdida de poder adquisitivo, vuestro desempleo, vuestra precariedad, y los de vuestras proles. Es decir, todas esas miserias, indignidades y vergüenzas económicas que los expertos especialistas del desrégimen engloban bajo el epígrafe "prosperidad traída por la monarquía". "Monarquía" entendida tal como debe ser entendida, real y exactamente.