La Iglesia católica de Karol Wojtyla y Ratzinger se ha atrincherado en la defensa de visiones medievales de la sociedad, en una persistente colisión con la modernidad y en prédicas opresivas, oscurantistas y fóbicas contra los derechos de género, la soberanía de las personas sobre su propio cuerpo y las minorías sexuales. El carácter elusivo del mensaje papal en México llegó a grados de burla, cuando llamó a "cuidar a los niños" del abandono, la violencia y el hambre, pero omitió cualquier mención a agresiones realiazadas por católicos.
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