Comer pasteles o bollería es un lujo que solo debería permitirse la gente de derechas de toda la vida, según se deduce de los disparatados argumentos de La Razón. Denunciaban en una sección de chismes anónimos que el diputado de IU Gaspar Llamazares “desayuna los fines de semana a todo lujo en uno de los mejores locales de la capital, cerca de su domicilio”, en lugar de ir “con la tartera a extrarradios”. Pedía “bollería fina”, concretamente croissants, y un día “se pasó de pijo” y lo pidió “más tostado” y “con mantequilla de la buena”.
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