Con una España en medio de una terrorífica crisis no tembló, como tampoco ZP, reduciéndole el sueldo a los trabajadores públicos, médicos, policías, bomberos, militares: valentía fácil. Pero parece temer la disolución imprescindible de empresas y entramados públicos y el despido de sus menestrales políticos, nacionales, autonómicos y municipales. Cientos de miles de puestos inútiles, redundantes, que sostienen las estructuras del PP y de los demás partidos.
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