La cosa es muy simple: el público, muy abundante, se reparte desde el escenario hasta una distancia estimada en 2000 pies, esto es unos 700 m. Como el sonido tiene una velocidad de 340 m/s, necesita dos segundos para llegar a los más alejados. Así que cuando el cantante anima a levantar los brazos al ritmo de la música, todo el mundo lo hace cuando le toca hacerlo. La onda de avance de los brazos alzados tiene la misma velocidad que el sonido:
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