Contaba el pasado domingo desde su púlpito dominical Pedro J. Ramírez que mientras él comparecía ante Ruz para entregar la hoja que Bárcenas le había pasado después de arrancarla de su cuaderno de notas, “… al mismo tiempo, Bárcenas y sus allegados escuchaban cantos de sirena de sedicentes emisarios gubernamentales: el uno ofrecía la cabeza de Gallardón, el otro una pena mínima y la protección del 25% de los descubierto fuera”.
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