Cuando cierran la puerta de su casa se retrotraen 20 o 30 años, es decir, no friegan, no planchan, no ponen lavadoras ni tienden la ropa, tampoco cocinan y mucho menos visten a los niños u organizan sus cumpleaños. Les parece natural que la comida esté a su hora, que la ropa esté lavada y guardada en los armarios, que las camas estén hechas, encontrar las habitaciones ordenadas y limpias, que el frigorífico tenga comida al gusto de todos…
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