El mapa de poder de los medios de comunicación españoles está cambiando. Al inevitable relevo generacional en alguna de sus cúpulas se ha venido a sumar la también ineludible necesidad de crecimiento y de recursos con los que financiarla. Los principales grupos han acudido a la Bolsa en su busca y, aunque solemnes pactos suscritos entre sus socios garantizan a corto plazo la estabilidad accionarial, la fina sensibilidad de los mercados está condicionando no sólo la gestión empresarial, sino también contenidos y orientación de las informaciones.
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