Leía la información sobre la crisis demográfica en la que estamos inmersos, una crisis silente cuyo efecto no se hace notar de manera inmediata pero que no por eso deja de ser preocupante, y mirando a mi alrededor todo casaba. Los del baby boom, de los que yo soy cola al haber nacido en el 76, ya estamos viejos para procrear. Pasamos todos los cuarenta, muchos incluso los cincuenta. Tenemos niños, sí. No muchos, menos de dos por cabeza. Y es poco probable que tengamos muchos más.
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