Hace unos días, conversando sobre temas legales, me preguntaron qué es lo que votan los presos. Tenían la impresión de que los reos suelen votar a la izquierda, ya que ésta tiene una imagen de ser más benevolente con los criminales (especialmente con aquellos condenados por temas de drogas) y más progresista en lo que se refiere al tratamiento penitenciario.
Obviamente, yo no dispongo de una bola de cristal en la que ver los votos de los presos, pero tampoco es complicado saber, con un margen de error muy escaso, lo que estos votan.
Para empezar, lo mejor es explicar cómo se vota desde la cárcel.
Semanas antes del día de las elecciones, se suele colocar un cartel tamaño folio avisando de dichas elecciones, e informando de que, aquellos que deseen votar, deben solicitarlo mediante una instancia oficial a la dirección del centro, iniciando así el trámite del voto por correo.
Pasados unos días (o semanas), a cada preso que haya solicitado votar le llega una copia como que ha solicitado el voto por correo, incluyendo un certificado de Correos.
A diferencia del voto por correo convencional, el paquete con los papeles, sobres y papeletas para votar no llegan al módulo donde resida el preso, sino que se habilita una sala donde un encargado de correos los reparte habiéndose llamado previamente a todos los presos que habían solicitado el voto.
Ocurre aquí que, como el voto ha de mandarse por carta certificada, es muy difícil enviarlo desde la prisión como correo ordinario certificado, ya que o bien no existen las hojas de certificación o bien los encargados de comunicaciones suelen poner muchas trabas a la hora de facilitarlas debido a la burocracia que implica. Es por lo que se insta (y los presos prefieren) votar en el acto una vez reciben el paquete. En cualquier parte, lo abren, buscan la papeleta, la meten en el sobre, y se le devuelve al encargado de correos junto a otra persona que hacen la función de “mesa electoral carcelaria”. Las probabilidades de poder enviar el voto más tarde son muy escasas.
Hay que tener en cuenta tres cosas:
- Votar por correo siempre tiene el inconveniente de que se vota cuando los partidos aún están en campaña electoral. Debido a que el acceso a la información dentro de las cárceles está muy restringido, los presos votan en muchas ocasiones basándose en las siglas del partido, sin poder informarse bien de su programa electoral o los cambios en éste.
- El voto en la cárcel no es privado. Cuando un preso está metiendo la papeleta en el sobre, puede tener a otros veinte prácticamente encima suya, y a tres o cuatro que no se reprimen en contarlo a voces.
- El voto en la cárcel no es anónimo. Los componentes de la mesa electoral del lugar donde está censado el preso (que es a donde va el voto) saben perfectamente el nombre del preso y que éste se a emitido desde la prisión. Evidentemente, a los presos no les hace mucha gracia que un vecino cotilla se entere de que está en el trullo.
Todo esto hace que la participación en las elecciones dentro de los Centros Penitenciarios sea aproximadamente de solo el 5%.
Dicho esto, el partido más votado en las pasadas elecciones dentro de las cárceles, según lo que han manifestado los propios votantes (los que realmente fueron a votar, no los que decían que votarían si es que votasen) fue Vox. Y no debería ser nada extraño.
Para empezar, hay mucha población reclusa que, ya sea por factores socio-culturales, o por simple y pura apatía, no vota.
Aquellos que muestran cierta ideología de izquierdas suelen convertirse en “anti-sistema” dentro de la prisión, y por lo tanto, tampoco votan.
Aquellos condenados por delitos de violencia de género manifiestan claramente que votan a Vox.
Los condenados por lesiones también votan a Vox. El perfil general de este tipo de condenados es de una ideología de derechas o extrema derecha (y los delitos por los que se encuentran en prisión tienen relación con ello).
Y en algunas cárceles, el gran número de internos extranjeros suele percibirse como un problema, y por lo tanto hay presos que votan a Vox.
Los únicos que se sabe a ciencia cierta que votan a otro partido son los condenados por terrorismo dentro de ETA. Esos votan religiosamente en todas las elecciones al partido de izquierda abertzale que exista en ese momento. De hecho, en las cárceles pequeñas donde se encuentran reclusos (con motivo de las medidas de dispersión) sus votos pueden suponer hasta el 20% de los votos totales emitidos en ese centro.
Una cosa “curiosa” que suele suceder en los módulos de respeto donde se encuentran condenados por actividades ilícitas relacionadas con un partido político, o bien que ellos mismos han pertenecido a tales partidos políticos, es que también hacen su campaña electoral particular a favor de su partido. Semanas antes de las elecciones, todo se convierte en sonrisas, favores e invitaciones multitudinarias en el economato.
Así que, en conclusión, no, Pablo Iglesias no tiene un buen nicho de electores potenciales tras las rejas.