Cuando nuestro estómago comienza una serenata de sonidos burbujeantes y flautines no hay quien lo pare. En más de una ocasión nos hemos visto en un aprieto cuando comienza el recital en una silenciosa biblioteca o en una grave reunión de trabajo. Se producen cuando estamos haciendo la digestión y cuando tenemos hambre. En este último caso el volumen del sonido suele ser más alto. La comida discurre a lo largo de los intestinos con contracciones musculares que la empujan desde la parte alta del intestino delgado hasta el ano.
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