Cuesta 1,81 céntimos producir una moneda de un céntimo. No las puedes utilizar para comprar un café en la máquina de la oficina ni para pagar el parquímetro. Varios países europeos ya prescinden de ellos. En Bélgica y Holanda, han preferido redondear los precios para que las monedas desparezcan de forma "natural". La pregunta es: si son costosas e inútiles, ¿por qué se las sigue emitiendo?
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