La ambigüedad ideológica camuflada tras una naturaleza ecléctica es el rasgo con el que más fuerza se identifican los nuevos órganos fascistas. La adhesión a una filosofía idealista y vitalista, que entraña normalmente la intención de crear una cultura moderna. El uso recurrente de la “patria” como renovación nacional hacia la unidad. Y la utilización de otros aspectos emocionales a través de una tendencia carismática, son las características que del pasado han recuperado las nuevas organizaciones fascistas.
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